Aproximación a una realidad sobrevenida
Una de las imágenes que tienes en mente cuando viajas a la zona del Sahel es la que imprime la sequía en el paisaje, que afecta especialmente a la zona norte de Senegal.
Y, quien dice paisaje, dice paisanaje, y dice cultivos que sucumben ante el avance del desierto, y personas que emigran sin rumbo fijo.
Porque la sequía se va agravando a medida que lo hace el cambio climático, lo que se hace visible con el avance, centímetro a centímetro, año a año, del desierto.
Sin ir más lejos, el Sáhara se ha expandido un 10% en los últimos 100 años, amenazando la supervivencia de cultivos como el cacahuete, del cual dependen muchas familias en Senegal.
![Familia 2](https://joanaguado.com/wp-content/uploads/2022/12/Familia-2-400x450.jpg)
![IMG 20221005 163209 1 1](https://joanaguado.com/wp-content/uploads/2022/12/IMG_20221005_163209_1-1-450x338.jpg)
Drama humano, ambiental, económico. Lo más hiriente es que países como Senegal sufren las consecuencias del calentamiento global sin ser responsables del mismo: sus emisiones de CO2 son de 0,68 toneladas por habitante y año, frente a, por ejemplo, nuestras 5 toneladas.
Si urgente es la transición energética, la ecológica, la sociológica (bueno, de esta se habla menos, ya saben), más urgente aún es abordar la compensación nuestra, la del 20% de la población mundial que generamos el 80% de las emisiones, a todos estos paisajes y paisanajes que he visto convivir día a día con los efectos del impacto climático, una realidad que les hemos impuesto a ellos… y también a nuestras futuras generaciones.