A principios de octubre tuve la oportunidad de pasar cinco días en Senegal, en el marco de un proyecto de cooperación coordinado por la Fundación MUSOL para la adaptación al cambio climático en la zona periurbana de Dakar, en la que participó la Diputació de València.
Los grandes cambios, pienso cada vez con más convicción, llegan cuando coinciden varios momentos: madurez personal, aptitud profesional, circunstancias y contexto adecuados… Mi viaje a Senegal ha supuesto un cambio porque se han sumado ese abanico de circunstancias.
Senegal: cuando el contraste te puede hacer tambalear.
La cuestión es que, después de una vivencia así, a pesar del escaso tiempo que estuve allí, acaban de cambiar aquellas cosas que estaban en proceso de cambio, y se remueven otras tantas… y en conjunto, se modifica la interpretación del entorno, no solo de lo externo sino también en clave interna.
Cada uno de estos cambios y reflexiones se acompañan, casi inevitablemente, de una imagen. Y, aunque en Senegal me resultó difícil fotografiar con normalidad con mi cámara réflex y tuve que hacer más uso de mi modesto pero más discreto teléfono móvil, al final me traje algunas valiosas imágenes.
Estas fotografías servirán para compartir algunos de los aprendizajes, o desaprendizajes, que me ofreció Senegal. En otras ocasiones, echaré mano de fotografías y documentos de otros medios.
En todo caso, una primera conclusión que me reforzó Senegal fue que la queja, sin acción, es tan estéril como la lamentación.
Y que necesitamos crear belleza en nuestro círculo de influencia, sea este como sea.
Y sí, probablemente esto suene extraño, pero espero que, al final de esta pequeña serie de fotos y reflexiones compartidas, podamos entendernos!